En el verano de 2008, el futbolista de la selección irlandesa de fútbol gaélico, Sean Marty Lockhart, sufrió un caso grave de “calambre muscular” (alto grado de contusión en el cuádriceps).
El pronóstico era poco favorable: 5 o 6 semanas sin jugar, un periodo en el que su equipo regional, Derry, se enfrontaba con unos partidos importantísimos. Como consecuencia, Sean habló con el fisioterapeuta de su equipo, el Dr. Chris Bleakley, sobre la posibilidad de tratar al paciente en la cámara criogénica del Hotel Whites en Wicklow.
El Dr. Bleakley sugirió que primero debería probar el CryoSpa CET en el Centro de Investigación sobre Rehabilitación de la Universidad de Ulster.
Tal era la gravedad de su lesión que para él subir y bajar las escaleras era una actividad casi imposible. El Dr. Bleakley tampoco sabía cuántas sesiones de tratamiento serían necesarias. Además, como la temperatura del agua estaba a 1ºC, tomó la decisión de alternar las inmersiones, es decir, un minuto dentro y un minuto fuera, y así sucesivamente. Durante el cuarto minuto que estuvo dentro, el musculo comenzó a funcionar y Sean podía hacer una variedad de ejercicios de movimiento.
En esa misma semana, Sean hizo dos sesiones más de terapia en el CryoSpa CET y a la semana siguiente ya comenzaba a entrenar.